Pequeños cocineros
Digo juventud, y me incluyo. Sin embargo me quiero enfocar primero en quienes consideramos niños y niñas. Esos pequeños seres humanos que parecen tener una energía interminable capaz de agotar la paciencia de cualquier adulto.
Ayer visité un club recreativo para jóvenes, de todas las edades. Habían chicos desde los 10 años hasta los 18. Todos cumplían con el típico estereotipo según su edad. Entre más grande, más “solos” o más “enfocados” en sus asuntos estaban. En cambio los niños más pequeños estaban corriendo, jugando, hasta gritando. No lo digo como queja, sino como un punto de atención. ¿Quien dice que al cumplir 18 no podés divertirte?
El grupo para la clase de ayer consistía en muchachos de 11 a 14 años. Por supuesto, como niños que son, perdían la atención rápidamente, interrumpían y hasta creaban ciertas distracciones tomando objetos o no dejando de moverse.
A pesar de todas estos detalles, realmente mostraban un interés por lo que decía, por las preparaciones. Realizaban preguntas, y tenían muchas ganas de participar. Claro, habían adultos presentes porque a esa edad no estamos realmente seguros de si tomar un cuchillo y tenerlo en el aire sea algo 100% seguro. Si han visto la película de PIXAR: Ratatoille, sabrán que una de las frases del célebre chef Gusteau era: “Cualquiera puede cocinar”. Miento si digo que estoy de acuerdo. En mi opinión, no cualquiera puede cocinar. Cualquiera puede aprender, practicar, pero otras personas ya traen eso desde pequeños.
Considero importante el apoyo que debemos darle a los niños cuando muestran interés no solo en la cocina, sino a cualquier otra actividad lúdica. Saber que se pueden desenvolver en más que solo las aulas y enfocarse no solamente en la nota de un examen. Esto viene de la mano de un acompañamiento por algún adulto o encargado. Unos detalles que pude notar ayer durante la clase son:
Profesor claro, materia clara: La forma en la que le explicamos a los jóvenes está ligada de forma directa con cuanto entienden y cuando absorben. Yo siempre digo: si no podés explicar un tema como si le hablaras a un niño de 5 años, no sabés de qué estás hablando”. No por ser grosero, sino porque la habilidad que las personas adultas tienen de poder resumir en su máxima expresión algún tema refleja directamente el entendimiento que tienen sobre el mismo.
Hay que dejar que los niños y niñas sean niños y niñas: Desordenados, gritones, se ensuciar fácilmente, impulsivos. Todas características clásicas de un niño (y de adultos también) pero hay que dejarlos ser. Por supuesto, con medida. Regañar a un niño solo porque se manchó ligeramente de harina su camisa no es lo mismo que enseñarle a usar delantal, a colocarse a una distancia adecuada de la mesa, a estar atento de todos los materiales en la zona de trabajo.
La mejor virtud de los niños, la honestidad: Además de honestos… directos. Dicen lo que piensa, lo que sienten. Si algo no les gusta, si no desean hacer algo simplemente lo dicen. A como les salga. Cuantas veces nosotros adultos jóvenes o ya personas entradas en edad le damos vueltas a un mismo tema y nos hacemos un conflicto interno el evitar hablar sobre alguna situación.
Personalmente, disfruto mucho dar clases y aún en medio del caos que pueden generar 11 niños en una cocina de 8x8, es una experiencia que repetiría muchas veces más.
Sigamos apoyando a la juventud. Como mi mamá decía “apoyemos el talento jóven”. En honor a mami, hagamos caso y seamos adultos conscientes, no perdamos ese niño interior.